miércoles, 29 de mayo de 2013

Día de Canarias.




EL DRAGO





Hace muchos, muchos años, un poco después de Cristo, cuando vivían Los Guanches, existía un dragón muy poderoso y malvado. este dragón tenía un precioso palacio, mucho más bonito que el de un emperador o el de un rey; donde guardaba mucho dinero, mucho más dinero que el pudieran tener todas las fortunas del mundo o del universo juntas. Tenía tanto que ni sabía lo que tenía.

El Dragón exigía todos los años una princesa guanche como obsequio, pero llegó el día en el que el dragón dejó de aparecer para llevarse a la princesa, por lo que los guanches comenzaron a extrañarse. ¿Dónde estará el dragón? Se preguntaban. Tras unos meses, y por la tranquilidad que suponía que el dragón no hubiera exigido la entrega de la princesa, el Mencey comenzó los preparativos de la boda de su hija la princesa.

El día de la boda todo estaba precioso, la cueva se había decorado con bellas flores que los invitados habían traído de todas partes de la isla, habían más de mil personas invitadas, el novio ya esperaba en el altar, y cuando todos estaban preparados, por fin, llegó la novia acompañada por su padre: El Mencey. Por fin comenzó la ceremonia, todo estaba saliendo perfectamente hasta que, cuando estaban a punto de darse el beso final, el dragón apareció y se abalanzó sobre la princesa.

El príncipe, con un salto, se interpuso entre el animal y su amada y comenzó un feroz lucha. Tras unos momentos de pelea el príncipe consiguió clavarle su lanza en un costado. Entonces, el dragón, al verse herido, consiguió alcanzar a la princesa con rápido movimiento y salir volando, pero no se percató de que el príncipe había podido cogerse a su cola.

El dragón pensó que había podido huir con su preciado trofeo, pero la herida que le había provocado el príncipe seguía sangrando cada vez más abundantemente, y allí donde caía una gota de la sangre del dragón crecía un árbol.

El joven príncipe había ido subiendo por el cuerpo del animal, mientras este continuaba su vuelo, acercándose a su bella princesa, el animal al notar que el chico quería arrebatarle lo que tanto le había costado conseguir, intentó morderlo sin éxito, y así, tras varios intentos, el joven para evitar ser devorado, y con un ágil movimiento, consiguió clavar su lanza de nuevo en la cabeza del dragón.

El dragón, herido de muerte y sin fuerzas para volar, cayó sobre un terreno cercano a su palacio. Los jóvenes novios consiguieron salvarse y se fundieron en un interminable beso, celebrando que había podido sobrevivir al ataque de aquel ser malvado.

Poco después llegaron los guanches, guiados por su Rey El Mencey, que felicitó al príncipe por su valentía y por haber acabado con aquella amenaza para su pueblo. Después se marcharon de allí con la alegría de saber que ya nadie volvería a robar sus princesas, ni tendría que tenerle miedo a aquel malvado dragón.

Poco después de aquellos sucesos, el príncipe y su amada, recorrían un lugar cercano a dónde había caído el dragón y se dieron cuenta de que cientos de árboles crecían donde se había derramado la sangre de aquel ser y que donde había muerto el animal, ahora crecía un árbol grande y muy bonito al que, en su recuerdo, llamaron DRAGO.